La Culpa, ¿Real o Neurótica?

Una de las principales causas de sufrimiento en el ser humano es el sentimiento de culpa; y aunque es una emoción desagradable; sentirla es una buena señal de que nuestra brújula moral funciona de forma óptima. Sentir culpa es una emoción persecutoria que nos permite darnos cuenta cuando hemos obrado mal, hemos lastimado o hecho daño ya sea a nosotros mismos o a terceros. Por lo general la culpa va de la mano con el remordimiento y la vergüenza. Existen dos tipos de culpa: la culpa real y la culpa neurótica.

La culpa real o consciente es esa sensación de desasosiego o aprensión que se presenta cuando hemos transgredido una norma moral o una ley, de forma consciente y deliberada. La mejor forma de procesar y sanar este tipo de culpa es reconociendo de forma humilde y auténtica nuestro error, asumir total responsabilidad por el daño cometido, ofrecer disculpas y tratar de reparar el daño en la medida de lo posible; y por último llevar a cabo un proceso de autotransformación: un cambio de conducta y actitud consciente, extraer la lección o el aprendizaje del error cometido para mejorar y crecer como persona.

Por otra parte, a la culpa neurótica también se le conoce como culpa inconsciente; la cual presenta un sentimiento de desasosiego y aprensión (al igual que la culpa real); sin embargo, nosotros mismos desconocemos la falta o la transgresión, no identificamos una falta razonada; pero nos produce un malestar permanente. Al no conocer la falta o transgresión, no hay forma de reparar el daño; por lo tanto la culpa se instala permanentemente en la estructura psíquica del individuo.

Es importante trabajar esta culpa neurótica en terapia, pues al ser de origen inconsciente, el individuo que la presenta, siente que está en una deuda emocional infinita, ya sea consigo mismo o con terceros, y que no desaparecerá hasta haberla “pagado”; a través de un “castigo”. Sentir este tipo de culpa ya es un castigo en sí mismo, pues da origen al famoso “autosabotaje”, esa tendencia que presenta el individuo para boicotear u obstaculizarse a él mismo la consecución de sus metas, objetivos y logros a través de manipulaciones inconscientes conocidas también como “lapsus” o “actos fallidos”. Estos actos fallidos son un engaño a la consciencia para dejar entrever de forma encubierta o sutil un deseo o intención reprimida. La neurosis surge cuando no se logra diferenciar una culpa de la otra, pues se confunde el deseo con la consumación del deseo. Sin delito que perseguir resulta muy difícil (por no decir imposible) establecer una “condena”; por tanto, aparece lo que se conoce como “hiperacusia de la conciencia”: un bombardeo de pensamientos rumiantes y repetitivos de autoreproche, cuestionamientos relacionados con los “hubieras” y marcada necesidad por reparar el daño imaginario, que si no le damos un trámite funcional para procesarla, corremos el riesgo de tener afectaciones físicas y/o emocionales que a la larga produzcan malestar e impacten nuestra calidad de vida. Para profundizar en estos temas, lo mejor es acudir con un/a especialista de la salud mental que te guíe y oriente con información confiable y técnicas científicamente reconocidas.

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